lunes, 19 de marzo de 2012

Mientras navego


Es el espacio que no ocupo el que orienta y da sentido a mi vivir?. El navegante no recorre sendas terrestres, firmes y asfaltadas, sus rutas son imaginarias, las circunstancias de vientos y mareas tuercen sus rumbos, sin embargo son tan precisas como los caminos del peregrino. Al igual que al escuchar una tonada conocida acompañamos su trayecto en armonia con las notas y la letra, lo mismo pasa cuando reconocemos gestos y miradas como ecos de un saber que se desvela al avanzar. No es lo mismo mirar el rio fluir que fluir dentro del rio, como tampoco es lo mismo ver las fotos de los que amamos pudiendo nadar en sus brazos.
La plata de las canas y las arrugas en los rostros nos hablan de una historia que ha de repetirse renovada en cada ser, sagas pequeñas o grandes de encuentros y desencuentros entre cuerpos vivientes que comparten la pequeñez del instante con la grandeza del universo. Donde uno ve un rebaño de cabras y un pastor, para el pastor son nombres, temperamentos, aprendizaje y guía. La simetría o asimetría de los puntos de vista son los mil y un rostros de nuestro ser a medida que devenimos hacia el oceano donde confluimos todos, rocío, lluvia, rios, manantiales, témpanos, geisers, mares y neblinas, la misma esencia en diferentes formas, corazón de una quimera que no cesa de transformarse y distinguirse siendo indistinguible su fin y origen. Como bien dijo Lao Tsé, lo que hace a la taza no es su forma sino la utilidad del vacío que en ella recide, y una vivienda lo es no por la solidez de su estructura sino por la oquedad de sus espacios, puertas y ventanas. No es absurdo entonces querer llenar un lugar en el mundo o en el corazón de otras personas? Miro al cielo, ausculto los vientos, y vuelvo a desplegar las velas, quizas algún día encuentre la respuesta...

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